Lesión de Mike Evans amenaza temporada y récord personal

La grave lesión de Mike Evans ayer encendió todas las alarmas para los Tampa  Bay  Buccaneers. Durante el partido ante los Detroit  Lions, Evans sufrió una fuerte caída al intentar atrapar un pase profundo de Baker Mayfield, en la que impactó el lado de su cabeza contra el césped y resultó con conmoción cerebral y una clavícula rota.

Tras el golpe, Evans caminó fuera del campo por sus propios medios pero fue trasladado en camilla al vestuario en evidente dolor. El entrenador Todd Bowles confirmó que la rotura de clavícula lo mantendrá fuera “mayoritariamente hacia el final del año”, lo que implica que podría perder seis a ocho semanas, quizá más.

El impacto de esta lesión es doble: no solo afecta a los Buccaneers en el corto plazo, sino que pone fin prácticamente al intento de Evans por prolongar su racha histórica de temporadas con más de mil yardas recibidas. Hasta antes de este partido, había logrado 14 recepciones para 140 yardas en la temporada.

Para el equipo, perder a un receptor de la talla de Evans representa un golpe grande: su presencia en el campo no solo generaba jugadas de alto impacto sino que también exigía atención de la defensa rival, beneficiando al plan ofensivo global. Sin él, los Buccaneers deberán ajustar su estrategia, confiar más en otros receptores jóvenes, y adaptarse rápido a la ausencia.

La lesión de Mike Evans no es simplemente un contratiempo pasajero: supone un desafío serio tanto para su propia continuidad en el récord personal como para el rendimiento colectivo de su equipo en lo que resta de temporada. Su recuperación, por tanto, será vigilada de cerca y tendrá repercusiones más allá del campo inmediato.

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